Semana #35. 01, diciembre, 2011
Autora: María Cecilia Laborde*
Los problemas de nuestra sociedad se deben a una fuente muy sencilla, quizá la pasividad con que se ha tratado, ha promovido su pérdida.
Los problemas de nuestra sociedad se deben a una fuente muy sencilla, quizá la pasividad con que se ha tratado, ha promovido su pérdida.
El origen de la actual pérdida de valores es la desintegración familiar. Nos hemos olvidado de que si el hombre no se considera una persona digna pierde también uno de los cimientos más importantes cuando se busca la felicidad y esto se debe en gran medida a que la familia no está cumpliendo con su deber.
La integración familiar se ha perdido y como consecuencia la hemos relevado de su deber como formadora de la persona y esperamos que ésta se eduque por sí misma, siguiendo el ejemplo de una sociedad corrupta que está alrededor de nosotros. Es evidente que las familias están inmersas en la sociedad por lo cual pueden llegar a ser corrompidas de igual manera.
Es un largo y trabajoso camino por recorrer. A pesar de los obstáculos que presenta vale la pena, ya que su fin, la felicidad, deriva agentes de cambio en una sociedad que los necesita con urgencia. Estos agentes son: primero el recordar. Recordar quién es el hombre y todo lo que es capaz de hacer.
En un mundo en el cual es fácil olvidar la bondad que el ser humano tiene la facultad para crear, es necesario que recordemos las virtudes y su uso dentro de nuestras vidas, nuestras familias, todos nuestros entornos; para lograr el sueño más valioso de todos: aquel sueño en el que cada hombre vive buscando su autorrealización, impulsando la de otros, cosechando la felicidad.
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*Información de la autora:
María Cecilia Laborde Estudiante de primer semestre de la Licenciatura en Pedagogía por la Universidad Panamericana.
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