PEDAGOGÍA Y POLÍTICA
Semana #50. 2. abril, 2013
Autora: Marveya Villalobos Torres*
La defensa a ultranza que se requiere sustentar es de una educación
desde el ser personal hacia el ser social, como un derecho humano con
fundamento en la justicia y la libertad, así como la necesidad de participar
para realizar una reforma democrática y equitativa con el máximo de
profundidad.
Alquilar nociones o “adoptar”
el discurso de los Organismos Internacionales sin investigar las necesidades y
demandas de México en concreto es instrumentar la educación.
La propensión a no cambiar, el corporativismo sindical era una fuerza
inamovible y conservadora, hoy tiene planteado un reto el SNTE quienes mantienen el control político y
administrativo de una buena parte del sistema educativo mexicano.
La propuesta de reforma educativa incorpora una de las tendencias de esa
“cultura global” la profesionalización de los docentes y el sistema nacional de
evaluación educativa.
El sexenio ha iniciado por la política educativa, con la finalidad de
restarle poder al SNTE, peo resultará insuficiente si se carece por parte del
Estado y del Gobierno de un proyecto congruente que permita llegar a las aulas
para motivar a los maestros para que se logren auténticos aprendizajes en sus
alumnos.
La trascendencia de esta Reforma Educativa en marcha dependerá de la
repercusión que se logre en el salón de clase, en donde se dan los cambios, en
donde el maestro logra por todos los medios y estrategias didácticas que los
alumnos aprendan y lo apliquen.
La manera más viable y trascendente de
avanzar en la educación es recatar la vocación del maestro con un afán por
enseñar y una pasión por aprender pero… esta reforma educativa NO cuenta con un
proyecto pedagógico explícito, no hay una guía que permita visualizar el
camino pedagógico para resolver los problemas concretos de enseñanza y de
aprendizaje, puesto que desde 2004 (PEP) hasta agosto 2012 con el Acuerdo 648
se cumplieron ocho años de intensos cambios, donde cabe la duda de si los
maestros los han comprendido, pero sobre todo instrumentado en su salón de
clases: cultura de las competencias, cultura del aprendizaje, cultura de la
evaluación.
Además no hay una sola propuesta de
cómo terminar con la falta de equidad y el rezago educativo en el que se
encuentran 32 millones de personas, o en última instancia cómo elevar la cobertura
del 35% en Educación Superior.
La tarea es ardua y compleja se
requiere incuestionablemente de la tarea de los profesionales de la educación
en las políticas públicas.
*Información de la autora: Doctora en Ciencias de la Educación por la Université de la Sorbonne, París, Francia. Doctora en Pedagogía por la UNAM. Maestra en Educación Familiar por la Universidad Panamericana. Académica e investigadora de la Facultad de Filosofía y Ciencias Sociales en la Escuela de Pedagogía de la Universidad Panamericana. Temas de interés: didáctica, currículo, formación profesional docente, políticas educativas internacionales. Autora: de dieciséis libros, entre ellos Didáctica Integrativa y el Proceso de Aprendizaje (2010) Trillas, Evaluación del Aprendizaje basado en competencias (2009) Minos-Tercer Milenio.
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